Jessy Martínez Pérez junto a sus dos pequeños hijos, Tiago de 7 años y Patricia de 2 años.

En lo más alto del pedestal destinado para el árbitro de voleibol, Jessy Martínez Pérez tiene un ojo centrado en la actividad del juego, y el otro siempre expectante a lo que hacen sus dos pequeños hijos situados a un lado de la cancha, centrados en su mundo infantil, ajenos al trabajo que hace su mamá.

Por lo general, los dos pequeños hijos de Jessy Martínez, Tiago Raúl de 7 años y Patricia Martínez, la menor de 2 años, la acompañan en las jornadas de trabajo los fines de semana, en los que imparte justicia en alguna liga de voleibol o evento nacional de turno.

“Es un poco difícil caminar con mis dos hijos en los eventos de voleibol en los que me toca trabajar, hay momentos en los que me toca estar de árbitro principal, y solo los veo cuando ellos se levantan y me hacen alguna seña, en ese momento tengo que tratar de centrarlos”, comenta Jessie.

“Mi hijo mayor es de mucha ayuda en esos momentos, hablo con él y trato de hacerle ver que mamá tiene que trabajar, y me tiene que ayudar, trato de hacerle entender que es un trabajo en equipo con lo pequeña familia que somos”, agrega.

Por méritos propios Jessy se ha convertido en una de las mejores árbitros nacionales de voleibol, y una de las pocas con grado de Árbitro Internacional, lo que le ha permitido impartir justicia en diferentes eventos del Ciclo Olímpico, además de Centroamericanos y Panamericanos, en diferentes categorías.

En su más reciente participación internacional, Jessie fue la árbitro principal en el partido de final entre Venezuela contraCuba, en el voleibol femenino de los V Juegos del ALBA, realizados en Venezuela.    

“Mi mamá fue la que me trajo al gimnasio de voleibol, allá por el 2002. En el 2008 tuve la oportunidad de realizar el curso para acreditarme como Árbitro Internacional, y en el 2012 recibí mi gafete (de árbitro internacional). He tenido la oportunidad de representar a Nicaragua en varios eventos internacionales, y espero estar en muchos más”, comentó Jessy.

“Mi hijo mayor es el que está más pendiente de mi cuando me toca salir fuera de Nicaragua. Ellos algunas ocasionas se quedan con mi hermano, él le pone los juegos, cuando regreso mi hijo me comenta que me vio trabajar, y que me estaba apoyando, eso se siente muy bonito”, afirma.

Las responsabilidades propias de ser mamá y la llegada de su hija menor hace dos años, hicieron que Jessy se cuestionara si debía seguir en el mundo del arbitraje.

“Cuando tuve a mi hija menor, en ese momento pensé en dejar de arbitrar, pero gracias a Dios he logrado un equilibrio en mis responsabilidades, a pesar de que ella tiene dos años se ha acoplado a estar luchando junto conmigo en los eventos”, detalló Jessy.


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